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AIRES ACONDICIONADOS VS VENTILADOR


¿Aire acondicionado o ventilador?

Lo que sí sabemos a ciencia cierta es que según IDEA (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía), el consumo de aire acondicionado en los hogares ha aumentado de forma considerable en los últimos años. Incluso existen comunidades que gastan más energía en verano que en invierno. Es por ello que ante el objetivo de ahorrar pero a la vez, ganar la batalla a las altas temperaturas veraniegas, nos planteamos una pregunta, ¿ventilador o aire acondicionado? Veamos cuáles son las ventajas y desventajas de cada uno y en qué situaciones es recomendable utilizar cada aparato.

Lo primero que debemos señalar es que existen diversos factores que afectan directamente a la sensación de calor en cada situación: la zona geográfica en la que vivimos, el piso (en un primero hace más calor que en un quinto), la orientación de la casa o la misma percepción subjetiva del calor de cada persona. Es por ello que no existe una solución standard para todos.

Aun así, lo que sí sabemos es que según los expertos, 25-26 grados son suficientes en casa cuando el sol aprieta fuera. Nosotros recomendamos utilizar el ventilador los días menos calurosos y el aire acondicionado en días de bochorno o de mucho calor. El aire acondicionado consume mucha más electricidad que un ventilador, es por ello que no recomendamos utilizarlo de forma habitual. Aparte de ahorrarnos un resfriado, evitaremos sustos en nuestra factura eléctrica.

El aire de un ventilador genera un descenso de la temperatura del aire de hasta 3 grados. Consumen muy poco en comparación con el aire acondicionado y son muy fáciles de usar, puesto que no requieren de ninguna instalación. Pero también es verdad que “solamente” mueven el aire de las habitaciones.

Aparte de la diferencia en el consumo de energía, los aparatos de aire acondicionado lógicamente son más caros y ocupan más espacio. Sin embargo, son muy eficientes en cuanto a la refrigeración se refiere y la mayoría son fáciles de programar a una temperatura concreta.

Importante recordar que la diferencia con el exterior no debe superar los 12 grados, puesto que tal contraste no es nada saludable.

Existen otros trucos conocidos por todos para mantener la casa fresca como poner toldos en las zonas donde más pega el sol evitando que entre aire caliente, aprovechar el aire frío de la noche para ventilar la casa creando corrientes, minimizar el uso de las luces, evitar el vapor… cualquier cosa para hacer frente a los calurosos días de verano que después tanto echaremos de menos en invierno.


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